«  La realidad debe ser vista desde un punto de vista cálido, no como una imagen fría que se debe de reproducir. 

Desde esta emoción es de donde nace la obra y su relación con el motivo. »   

Antonio López
El título que recibe la serie está inspirado en la estética cinematográfica, concretamente, en las primeras grabaciones y largometrajes donde primaba el blanco y negro. Uno de los factores determinantes en el hecho de adoptar esta estética, fue el carácter de sobriedad y atractivo que le reporta a la obra, así como la idea de yuxtaposición de imágenes. Entre la pintura y el cine siempre ha existido ese carácter retroactivo que permite la influencia entre ambas sin poner en peligro su coexistencia en el tiempo.

En lo que al aspecto técnico se refiere, todas las piezas poseen un procedimiento recurrente como es la superposición de imágenes o montaje fotográfico. Normalmente, con el apoyo de un par de fotografías para generar así un efecto de tránsito entre un fotograma y otro. La clase de formatos especialmente apaisados, reciben una justificación inspirada en la propia configuración del rollo de película. El objeto de estudio que encierra la obra, se centra en una particular visión del paisaje como soporte contenedor donde se desarrolla la vida. Como reflejo mismo de la realidad contemporánea  y de la existencia, se genera precisamente un vínculo y una fuerte necesidad de recurrir a ese tipo de lenguaje tan descriptivo. 

La fuente de inspiración en esta línea de trabajos no está directamente influenciada por una descarnada representatividad en referencia a lo objetual, sino también por la realidad representada, que es la que constituye la cotidianeidad. La pintura no es una mera experimentación lingüística, más bien es un medio a través del cual se pueden analizar las cosas y los hechos que conforman la vida.

El objetivo es realizar una incursión en el universo metapictórico, donde la pintura habla de la misma pintura. En algunos casos, el principal motivo que da forma al cuadro es puramente la configuración estética del elemento, su cromatismo y su forma. sin embargo, en otras obras se da una intencionada búsqueda de la ironía, a través del nexo generado entre la imagen y el título que recibe. Es decir, un juego de palabras donde las múltiples interpretaciones son posibles y pueden generar un doble sentido del concepto. Esta serie, se compone de un conjunto de trabajos de pequeño formato donde la premisa principal es la representación bajo el prisma subjetivo del gusto y frente a la concepción normativizada de la belleza.

En lo que al aspecto técnico se refiere, todas las piezas poseen un procedimiento muy académico donde las composiciones presentan un gran equilibrio y cuya aspiración es alcanzar el mayor grado de veracidad. Para ello es necesario aplicar múltiples capas pictóricas de manera que se alternen una películas con carga matérica con veladuras más livianas. Otro factor a tener en cuenta es la armonía de color y una correcta estratificación de la pintura, siguiendo un orden de tipo cromático que parte de una gama de colores fríos hasta llegar a los cálidos. 

Cuando hablamos del concepto máscara en su más estricta acepción, podemos decir que se trata de una simplificación ornamental. La máscara es a su vez una representación, cargada de simbolismos, convertidos en arquetipos que son parte del inconsciente colectivo e individual y representan los temores y aspiraciones de una civilización. 

Esta serie de obras viene a representar un recorrido sobre este concepto. Desde los bustos extraídos de la Grecia arcaica hasta los característicos del mundo contemporáneo. Del personal interés por el estudio de la anatomía facial parte ese nexo asociativo entre estos dos conceptos y que genera una cierta ambigüedad. Resulta complicado determinar en qué punto empieza el busto y donde acaba la máscara. No obstante, en todas las imágenes ellos se pueden apreciar la interpretación y estudio del rostro humano a través de diferentes prismas. Una visión idealizada e incluso naif en los periodos más antiguos o culturas propias de otros continentes, contrasta con un interés por la plasmación de un aspecto más veraz y naturalista en las épocas de mayor esplendor cultural.

La pieza en su totalidad está concebida para ser expuesta tanto en orden cronológico como de forma aleatoria, buscando así las múltiples posibilidades compositivas y cromáticas que puede ofrecer. Si se hace referencia a la parte técnica, todos los cuadros están tratados con una base textural al óleo como punto de partida. La ejecución de las máscaras responde a un tratamiento más académico, donde se ha alternado el gesto propio de la pincelada matérica con veladuras de color. 

La problemática que se plantea es estudiar de qué forma afecta el movimiento estroboscópico al individuo inscrito en un marco temporal e investigar tanto a nivel formal como técnico los múltiples enfoques y materiales posibles para abordarlo. En una sociedad en continuo cambio donde progresivamente se va imponiendo la revolución, también se van modificando las relaciones espacio-temporales y la posición del individuo frente a ello.

Dentro del desarrollo de esta línea de obras se podrían distinguir dos colecciones paralelas donde el sujeto principal es la figura humana pero con una cierta diferencia en su apariencia formal y ejecución técnica. Por una parte, un conjunto de trabajo donde el individuo en movimiento se encuentra ubicado mayoritariamente en espacios arquitectónicos de una apariencia minimalista y cotidiana. Por norma, este suele aparecer representado en una actitud reposada pese a estar afectado por una transición en movimiento fruto del influjo del factor tiempo. A nivel conceptual, responde a connotaciones propias de la filosofía zen y elementos intrínsecos a la propia existencia del ser. Los soportes responden a un formato convencional para su ejecución.

En otro orden de ideas, hay otra línea de obras en consonancia conceptual y con el mismo objeto de estudio pero con una otra vertiente en el sentido técnico. A diferencia del conjunto anteriormente descrito, esta parte ha evolucionado hacia un campo con mayores soluciones creativas al tener un componente mayor de experimentación. El concepto adquiere un sentido complementario, como si de las fuerzas del ying y el yang se tratase. Aquí se aboga por un enfoque más innovador y los entornos que sirven de escenario a las figuras son espacios diáfanos o cuerpos tridimensionales en su apariencia exterior. La representación de estos elementos es el reflejo de las modificaciones o saltos en el tiempo.  

Este proyecto teórico-práctico nace de la idea de generar un nexo entre el arte y la opinión pública. Es decir, conocer cuáles son los cuatro artistas favoritos por la sociedad de Castellón, como si de una toma de pulso se tratara, motivo por el cual recibe este nombre. Por otra parte, con el hecho de representar plásticamente a estos creadores, se genera una relación entre el género del retrato y el tema de la identidad. De modo que en cada uno de los trabajos pueda verse reflejado este ente colectivo e invitando así al espectador a un ejercicio de reflexión sobre si se sienten o no identificados con ellos.

La razón de haber seleccionado el título Pulsiones culturales responde a una correspondiente conceptualización. A grandes rasgos, el concepto pulsión se podría definir como un impulso característico de los sujetos de la especie humana. Por tanto, estaría intrínsecamente relacionado con el hecho de que la identificación personal con respecto al mundo del arte sería el factor que ha llevado a realizar un trabajo de estas características. Por otra parte, el acto de representar retrato de cada uno de los artistas es un signo que siempre ha estado asociado a la identidad de las personas. Estas imágenes determinarán las preferencias de los ciudadanos y en última instancia pasarán a reflejar a los exponentes culturales distinguidos por su propio arte desarrollado dentro de la provincia.

Tanto en el trabajo escrito como en las encuestas en formato papel y digital, se ha hecho un especial hincapié en el objetivo de ver reflejado el nombre de los artistas favoritos por parte de la gente y no de los más conocidos. Precisamente porque en algunos casos pueden darse una errónea asociación entre la calidad de la obra de un artista y su reconocimiento. Por tanto, esto conlleva un ejercicio de reflexión acerca del verdadero valor de una obra al margen de si esta lleva consigo un respaldo institucional o por parte del mercado artístico.

Al ya esencial factor psicológico a la hora de abordar el género del retrato, dada la compleja y variopinta psique humana, si se le añade algún vínculo de tipo emocional, acaba por conformar la profundidad necesaria transmutada en una especie de aura difícil de explicar con palabras aunque perceptible a la hora de contemplar la imagen pintada. Algunas veces, ese mundo interior se puede exteriorizar a través del propio entorno aderezado con objetos cotidianos, otras veces, gracias a un espacio repleto de texturas que roza la abstracción e incluso, a un universo de lo más inquietante con un lenguaje próximo al surrealismo pictórico. El poder del rostro y de la figura humana demuestra que una simple actitud cargada de veracidad puede llegar a ser mucho más desgarradora e intensa que la composición más compleja imaginable.

En estas obras, los factores técnicos vienen asociados a un interés por dejas impresa esa belleza plástica de la carne o el efecto de una piel curtida por los años y sobre la cual el paso del tiempo ha dejado sus imborrables huellas. La resolución técnica muestra la gran variedad de registros texturales y tipos de factura que pueden obtenerse gracias al dibujo y la pintura. El efecto tan recurrente de la grisalla se manifiesta casi siempre como un medio aunque en algún caso como un fin. Cuando se presenta acompañada por el collage, intensifica el dramatismo y la expresividad de la imagen. Cuando se opta por la aplicación de sucesivas veladuras en gama de cálidos, la vibración cromática genera un mayor profundidad en la superficie cutánea de la persona retratada.