“La humanidad se ha convertido ahora en espectáculo de sí misma.
Su autoalienación ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucción como un goce estético“.
Se trata, por tanto, de toda una declaración de intenciones por volver al medio de la pintura al óleo para explotar todas sus posibilidades expresivas. En su faceta discursiva se abordan conceptos más familiares como la crisis, que se materializa a través de las arquitecturas abandonadas; la importancia del respeto al medioambiente, muy patente gracias a un gran despliegue de elementos de carácter orgánico; la asociación de los glitches visuales a deficiencias de tipo sistémico; así como la problemática del cambio climático y la posición del ser humano frente a ello.
La figura humana resurge como nuevo protagonista dentro de estas intrincadas atmósferas, volviendo a recobrar un rol más protagonista como agente principal y responsable de esta situación. A lo largo de varios años, la obra en su conjunto se ha caracterizado por su omisión en la representación plástica, aunque con una presencia siempre implícita. De forma inevitable, acaba formando parte de todas las escenas y expectante ante una deriva que no se sabe qué consecuencias va a deparar de cara al futuro.
Como bien su nombre indica, parte del concepto “Glitch” que es un término cuya traducción significa “fallo”. Los glitches visuales se pueden observar debido a ficheros dañados, que al ser leídos forman figuras o imágenes erróneas. Este aspecto conceptual le aporta un valor añadido a la configuración de las imágenes así como un mayor trasfondo en el discurso. Se pretende generar, por tanto, un vínculo entre esa anomalía y el mal funcionamiento del sistema que gestiona de manera deficiente algunos aspectos de la sociedad.
Si en las series anteriores se partía siempre de una idea preconcebida como pretexto para empezar a crear, en este caso, ese planteamiento ha ido tomando forma a medida que la obra comenzaba a desarrollarse. Para que esto sea posible, se han creado diversos fondos de naturaleza abstracta aplicando la técnica del lavado con pintura acrílica. Una vez preparadas cada una de estas composiciones, se han empezado a crear todas las imágenes específicas para cada soporte. En primer lugar han sido ampliadas a escala 1:1 para luego transferirlas sobre las lonas y ultimarlas con algunos toques de acrílico y óleo.
La segunda parte de obras examina la degradación de la naturaleza en los últimos setenta años. En este caso se ha utilizado el formato díptico que presenta, por un lado, tres fotografías originales de los años cincuenta, pintadas a partir de fotografías extraídas del archivo personal. Junto a cada cuadro, se incluye una interpretación de cada imagen que ha sido manipulada digitalmente con el objetivo de crear una visión del estado actual de aquellos paisajes que hoy se encuentran en una condición más degradada.
Así como en las primeras piezas se presentaba la casa como elemento protagónico de la imagen, poco a poco fueron entrando en escena partes de la naturaleza con un aspecto ciertamente degradado y una partición del espacio físico. De esta manera, los objetos quedaban claramente diferenciados pero se transmitía una idea de fragmentación entre ambas partes.
El cambio sustancial más apreciable es esa mezcla heterogénea convertida en una obra más abstracta, donde tienen cabida zonas figurativas tratadas al detalle con trazos más gestuales. La valoración en escala de grises le otorga al dibujo gran riqueza expresiva a la par que un toque más riguroso para abordar un tema de estas características. En todos los casos, puede apreciarse que no existe prácticamente ninguna zona donde respire la hoja blanca del papel. Sin embargo, en algunas piezas se ha buscado de forma deliberada una mayor tensión visual al desplazar el grueso de la composición a uno de los lados, buscando esos silencios tan necesarios para compensar las zonas cargadas con mucho detalle.
Un aspecto significativo a tener en cuenta es la progresiva pérdida de importancia que ha ido adquiriendo la casa desde el principio hasta este punto en el desarrollo. Esto ha sido en detrimento de elementos orgánicos o fragmentos de vegetación agreste que parecen estar absorbiendo las arquitecturas relegándolas a un segundo plano. Posiblemente, en un alarde reivindicativo de su importancia dentro del orden natural frente al progreso impuesto por el ser humano.
En esta colección es importante remarcar el cambio drástico de escala con respecto a los antecesores y donde la estructura de los trabajos ha seguido la misma trayectoria que hasta el momento. La herramienta digital sirve de apoyo para la concepción del boceto que guarda gran parecido con la obra definitiva, pese a que hay aspectos de carácter fotográfico e incluso plástico que a la hora de plasmarlos físicamente requieren soluciones más propias del lenguaje de la pintura.
La imagen en su conjunto se encuentra facetada en planos y contenida por formas geométricas que se complementan caprichosamente con la organicidad del resto de componentes en la pintura. Desde la primera a la última pieza que compone la serie, puede observarse una progresiva inclusión de imágenes a la hora de crear y una mayor toma de riesgos a la hora de ubicarlas. Su atmósfera pictórica no se corresponde con la realidad misma, esta se encuentra fragmentada y dispuesta con una serie de elementos orgánicos, animales o fragmentos humanos inspirados en referentes de tipo literario o cinematográfico, ajenos a la misma pero que al entrar en contacto presentan una proyección de un mundo subjetivo y fantasmagórico.
En este apartado, se puede observar de forma sistemática el formato concebido como una división del espacio. Esto facilita la inclusión de nuevos elementos que enriquecen la lectura de la obra gracias al método de asociación libre de ideas. Dicho proceso consiste en generar una serie de conceptos relacionados con la casa abandonada y es de ahí donde surge el motivo de la raíz como un elemento cuya esencia es muy proclive para realizar un símil con el elemento arquitectónico.
Los presentes trabajos van adquiriendo una mayor complejidad al entremezclar técnicas secas y húmedas en un mismo soporte, así como un tratamiento más plástico de la fotografía. Esta sección se compone por la combinación entre un dibujo y una fotografía, transfer y pintura, así como un conjunto de monotipos que conjugan técnicas propias de la obra gráfica en consonancia con otras de carácter dibujístico.
Por otra parte, la raíz es un elemento cuya composición se presenta de la misma manera, siguiendo un orden natural, ya que al nacer bajo la superficie terrestre debería aparecer por una cuestión de lógica debajo de las construcciones. Es más, en esta selección de trabajos se empieza a apreciar una suerte de interacción entre elementos de manera recíproca, lo cual enfatiza todavía más su integración a nivel formal.
El motivo que hace de nexo en esta primera serie y las sucesivas es el edificio de tipo colonial existente en la ciudad de Detroit. Además es un elemento que ejemplifica perfectamente las consecuencias de la crisis económica de 2008 a nivel global. Estas casas abandonadas presentan un atractivo especial entre elegancia y decadencia que resulta ser un tema muy interesante para representar a través de las diferentes posibilidades que abarcan las técnicas plásticas y fotográficas.
Por norma general, todas las composiciones presentan un gran equilibrio donde la representación del elemento protagonista tiene lugar desde una perspectiva frontal. En lo referente al aspecto técnico, se trata en su conjunto de obras de pequeño formato realizadas al óleo sobre tabla, dibujos y otras técnicas secas sobre papel, fotografías digitales intervenidas o incursiones en procedimientos derivados de la misma como es la cianotipia. El formato también va experimentando un cambio, desde su concepción más tradicional hacia una partición en dos piezas.